El objetivo que debe guiar nuestra acción no depende de la suerte. Recuerda estas frases comunes: “Pobre de aquél que no sabe dónde va, porque no llegará a ninguna parte” o “No hay viento favorable para el que no sabe a dónde se dirige” o “El que no sabe a dónde va, ya llegó”.
Tener claro hacia dónde nos dirigimos, debe de ser nuestra principal y primera obligación antes de comenzar cualquier tarea o plan. Tenemos que tener nítida la meta desde el principio, por lejos que nos parezca que esté o por imposible que resulte -de forma aparente- su consecución. Seguir leyendo